martes, 13 de marzo de 2012

01|||13.03.91

Martes, 13 de Marzo de 1991.

Hoy es uno de esos días en que pienso las cosas más horribles hacia mi persona. Hoy siento el dolor destrozándome de adentro hacia fuera. Me siento arrinconada, sola y deslojada bajo la sombra oscura de una habitación cuadrada... con ventanas en lo más alto, enrejadas, sin una gota de aire. Hoy he vuelto a discutir... y se han venido al pensamiento actos horribles dignos de una serie de terror. Desearía verla en mi lugar, sentir lo que siento. Tomar una cuerda a fuerza, subirme sobre una de las columnas en forma de vigas y hacer un buen nudo allí. Trepar-me hasta alcanzar la soga, poner mi cuello y dejar caer la escalera y consigo mi cuerpo. Verla hasta los últimos segundos de mi ahogo y mis últimos momentos de sufrimiento. Ver que su cara se pone borrosa y sin gracia. Desgraciar su sonrisa, también su mirada. Enseñarle que a veces los años transcurridos de vida no sirven como amuleto de que el tiempo pasa y nos hace sabios, sino de que las vivencias y sentimientos propios de cada día, y las actitudes conjunto con los pensamientos que creamos y mejoramos... es lo que nos vuelve personas capaces de saber y comprender a los demás. El tiempo pasa, a veces deja huellas y a veces se las lleva en una ráfaga de viento acelerado. No sirve de nada la edad, sino el saber madurar. Quisiera que comprendieras quien soy, que no estoy hecha a tu voluntad y que tengo sueños propios, una voluntad propia, sentimientos únicos y no compatibles. De que yo soy quien soy, y que mi hermana es quien es. No somos iguales, no lo fuimos, tampoco lo seremos. Deberás comprender que yo soy la mayor, y no la menor. Que soy yo quien tienes libertades y no ella. De que la vida no gira entorno a ustedes sino que está en continuo movimiento. Comprender... entender... escuchar... son cosas no propias de ti pero tampoco pones voluntad alguna en hacerlo. Impartes tus órdenes y yo debo ser tu súbdito; tolerar cada palabra hiriente de ti, soportar cada prepotencia e ignorancia. Cada gesto y palabra que sale de tu podrida boca, de tu sucia lengua. Eres repugnante. Eres indeseable. Tú y tu hija menor. Quisiera dejar de tener que soportar esto. Desearía salir de aquí y poder alejarme definitivamente. Irme y no volver.


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