domingo, 9 de septiembre de 2012

09|||10.09.91

Escribo como un desahogo contagioso que poco a poco va drenando el putrefacto interior que yacía escondido en el rincón más incógnito de mi ser...


No me gusta la forma en que escribo, no me gusta leerme, ni verme ni sentirme fracasada. No me gusta ser derrocada por palabras y saber que aún no soy dueña de mis actos. Que no puedo enseñar mis verdaderos sentimientos. Que me cuesta trabajo expresarme. Que por mucho que me empeñe lloro más tiempo sola que acompañada. Y que no me permito ser cristal ante los demás. ¿Qué necesidad tengo de fingir fuerza? ¿De qué me sirve actuar y tratar de ser valiente? ¿Por qué me empeño en hacerme mal y no dejarme fluir libremente?


Debería valorar y adorar el simple hecho de mi existencia. De mi precencia y mi vida. De estar en estos momentos aquí y de haber conocido, y aprendido lo que hasta hoy sé que he comprendido.
Debería dejar de menospreciarme y actuar más. Debería dejar de ser observadora, y actuar más. Tengo que dejar de comprender tanto, y amar más.


¿Debo a caso morir por un pedazo de cielo? ¿Puedo escoger tenerlo aquí tanto en la tierra como en el día a día? Quiero quedarme aquí con la felicidad que sé que obtendré, no quiero salir a buscarla. Quiero ser correspondida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.